Oaxaca
Oaxaca se ha convertido, en los últimos tiempos, en un lugar muy citado. Maldita la gracia, supongo, que les ha de hacer a los oaxaqueños el motivo de tanto interés: modelo desde hace cuatro meses del lado podrido de México. Yo le tengo cariño a Oaxaca, un cariño quizás contaminado de simple visión de turistilla condescendiente, pero cariño al fin. Estuve tres días en esa ciudad en Julio del 2000, y bastantes de los tópicos y prejuicios con que empecé ese viaje desaparecieron definitivamente allí, tras conveniente reblandecimiento en los tres días anteriores empleados en el DF.
Llegamos allí en autobús desde la capital: ¡los maravillosos autobuses mexicanos! Ojalá en España funcionaran igual: limpios, cómodos… De hecho, los utilizamos un par de veces para viajar por la noche y descansar “optimizando costes”. México DF nos despidió con un simpático terremotillo que, afortunadamente, nos pilló durmiendo en el Sheraton del Paseo de la Reforma (ventajas de Bancotel…). Tomamos el autobús (nosotros en realidad lo “cogimos”, para regocijo de los locales: imposible evitar la “palabrita”, que decían ellos) a las 11h. en la TAPO, la Terminal de buses de Oriente, y llegamos a Oaxaca a las cinco y pico, después de atravesar una sucesión de paisajes de todo tipo que medio vimos, medio dormimos (últimos coletazos de jet-lag, efectos de la altura… e insomnio provocado por el seísmo…).
Oaxaca estaba en plena Guelaguetza, una especie de celebración-feria, que congrega a la gente del Estado, que durante unos días ocupa la ciudad con sus ropas multicolores, sus músicas y sus pasacalles y desfiles… Difícil olvidar la ciudad colonial, el bullicio, el mercado de productos indígenas, la visita a Monte Albán, o a Mitla, Tlacolula… Los desayunos en la plaza del Zócalo, frente a la catedral, el mole oaxaqueño, los interminables paseos… Estaba también la pobreza, claro, el abandono… Pero era una ciudad viva y acogedora, pululante y tierna, a la que prometimos volver si es que nos la conservan enterita…
El viaje prosiguió hacia Palenque y Yucatán. Pero siempre que nos preguntan, decimos lo mismo: nos quedamos con Oaxaca en esos días de Guelaguetza, que uno querría ver alargarse en el tiempo, goma flexible de los buenos recuerdos…
Llegamos allí en autobús desde la capital: ¡los maravillosos autobuses mexicanos! Ojalá en España funcionaran igual: limpios, cómodos… De hecho, los utilizamos un par de veces para viajar por la noche y descansar “optimizando costes”. México DF nos despidió con un simpático terremotillo que, afortunadamente, nos pilló durmiendo en el Sheraton del Paseo de la Reforma (ventajas de Bancotel…). Tomamos el autobús (nosotros en realidad lo “cogimos”, para regocijo de los locales: imposible evitar la “palabrita”, que decían ellos) a las 11h. en la TAPO, la Terminal de buses de Oriente, y llegamos a Oaxaca a las cinco y pico, después de atravesar una sucesión de paisajes de todo tipo que medio vimos, medio dormimos (últimos coletazos de jet-lag, efectos de la altura… e insomnio provocado por el seísmo…).
Oaxaca estaba en plena Guelaguetza, una especie de celebración-feria, que congrega a la gente del Estado, que durante unos días ocupa la ciudad con sus ropas multicolores, sus músicas y sus pasacalles y desfiles… Difícil olvidar la ciudad colonial, el bullicio, el mercado de productos indígenas, la visita a Monte Albán, o a Mitla, Tlacolula… Los desayunos en la plaza del Zócalo, frente a la catedral, el mole oaxaqueño, los interminables paseos… Estaba también la pobreza, claro, el abandono… Pero era una ciudad viva y acogedora, pululante y tierna, a la que prometimos volver si es que nos la conservan enterita…
El viaje prosiguió hacia Palenque y Yucatán. Pero siempre que nos preguntan, decimos lo mismo: nos quedamos con Oaxaca en esos días de Guelaguetza, que uno querría ver alargarse en el tiempo, goma flexible de los buenos recuerdos…
6 Comments:
El Gobierno de Mexico descarto ayer, lunes, que el presidente Vicente Fox pueda llegar a reunirse con delegados de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) para acelerar la solucion del conflicto.
Oaxaca pide justicia.
El corazón se achica, otro lugar mas y so...
Besos mañaneros, Cronopin viajero.
Y van unos cuantos ya, sí, Malena... Más vale que viajemos deprisa...
Besos de media tarde...
con tal que no nos rompan nada, bienvenidos sean
Mola que cuentes algo agradable, cada vez que veo ese nombre en el periódico es para cabrearme...
Besossssss, cronopio quate!
Coincido con Marga. Es un poco también como cuando yo hablo de Irlanda del Norte, que no todo es violencia, no todo es lo que sale en los telediarios.
Yonojui, voy siempre con mucho cuidadín, y no me llevo piedritas de los sitios, ni nada... Aquello de los gachupines expoliadores no me va mucho, la verdad. Saludos.
Qué jodido es todo, Marga, y que rabia da ver cómo siempre lo pagan los mismos... Por eso, al final, lo que queda es el recuerdo de la buena gente... Besos con aroma a mezcal (del mercado de Tlatelolco...)
Ni en tantos sitios, Amelche... El País Vasco, para empezar... Es de los sitios que prefiero, a pesar de todo... Besos
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